martes, 23 de octubre de 2007

noches cenicientas

Defendí aquella colina hasta que no pude más.
Ahora he bajado una planta
y hago solitarios sobre una alfombra de paja.
Recuerdo que nos cruzamos miradas,
cientos, miles, en los pasillos del bien y el mal.
Cada uno tenemos un sueño al menos
que no se hará realidad.

Estoy de pie y adoro estar tumbado.
Permanezco donde todo se echa a perder.
Pasaste de largo antes de que vieras quién soy yo.
Estaba atado a la roca pero era mi forma de regalarte libertad.
Tantas habitaciones no hacen un hotel.
Cada uno tenemos al menos un sueño
que no se hará realidad.

Estábamos junto al fogón mi abuela y yo...
Mi abuela dijo: “Cuanto más rara es la gente
Más cree conocerte. Me gusta cocinar”
No recuerdo ninguna receta, recuerdo su voz.

Quintín llegó con su receta rebelde:
cien imágenes por segundo que nada quieren decir.
La pequeña Ruth quiere ser como su hermana mayor,
todo lo que quiere no merece la pena: todo se puede comprar.

Entrometidos y farsantes hablan de la verdad
mientras los medios para llegar a ella aumentan
y las verdades siguen siendo pocas.
En el fondo nadie quiere arriesgar.
Voy a celebrar San Lorenzo con la dama de las cerillas.

He visto la casa de Blasco, cómo era antes de la guerra.
Miro sus fotos: vistiera como vistiera siempre era él.
¿De quién podría decirse eso hoy?
La mayor obra de arte es ahora un chisme.

Al fin soy invisible y así quiero seguir.
El viento no me azota, lo atravieso
y a los tramposos les cazo al vuelo.
Mañana cerraré la maleta, me iré
y nadie se dará cuenta. Ya sabes cómo soy cuando no estoy.
Quedamos a las 8 donde termina el teatro
y empieza el bosque.
La realidad se está haciendo fantasía
y los acordes se están haciendo menores.
Dame un beso, luego dame otro.
Quiero llegar a casa y leerte cuentos.


(c) El Cantante Mudo, just a left one day

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