Los poemas de Rafa Camarasa siempre te sorprenden aunque te digan que ya habías sido avisado. Siempre hay algo que se escapa y es ese el sentimiento que sus poemas, al tiempo de dejarlo ir, atrapan con delicadeza. En verso, o en prosa ahora, Rafa Camarasa filma una pequeña escena de una gran película, y da su particular importancia a esa escena, que diferencia y destaca sobre la gran producción de aconteceres. No sobra una palabra, porque las palabras que sobran están ahí afuera dando brincos, en el carrusel de la vida, esperando su turno. Son poemas envolventes que dejan salir sin pasaporte pero no por ello dejan de dar cuenta de que el extranjero, cualquiera de nosotros, cruza la frontera de un lugar a otro, una frontera invisible. El poso que te deja la lectura de sus poemas es un sentimiento que estaba allí y no está (o está pero sólo por sugerencia) y te hace pensar que lo invisible es tan importante como lo visible; es la seducción por la elipse, el éxito a través del fracaso, la ternura que danza sobre la hoja afilada.
AZUL
No ser el visitante. El que llega a una casa junto al mar y queda deslumbrado por la luz, y la fresca paz de sus estancias. Hechizado por el efecto de las sombras en la vieja cal de las paredes. Ser el que se queda. Para siempre. Ese es mi sueño. Despedir a los que se van, en la ventana. A los que abandonan la casa. A los que salen de mi quimera.
(Rafael Camarasa, 'El Sitio Justo'):
Premio Internacional de Poesía Palabra Ibérica, 2008.
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