FERNANDO GARCIN ENTREVISTADO POR JORDI MARQUINA SOBRE “LOS PIES EN EL CIELO”.
Después de hablar con el actor Jordi Marquina sobre su obra “El Vanguardista Alemán” y como presentador de mi último libro en Valencia, tuvimos la idea de hacernos sendas entrevistas sobre nuestras obras. Jordi Marquina me lanza, pues, en segunda entrega de nuestro “cara a cara”, esta su entrevista sobre mi libro “Los Pies en el Cielo” EDITORIAL BALDUQUE, "LOS PIES EN EL CIELO", (Cartagena, 2014).
FERNANDO GARCÍN, ESCRITOR Y CANTANTE
FG: Un segundo. Voy a pedir que le quiten el hielo al granizado...
J.M. ¿Lo mejor de escribir con mirada cinematográfica es que nadie puede gritarte CORTEN?
F.G. La vida está llena de cortes. Te cortan cuando estás diciendo algo que sientes. Cortan contigo. Te dan cortes. Hay cortes de helado que te dejan perdido. Se corta la mayonesa y adiós estómago. Me encanta escribir con esa mirada cinematográfica porque no sé escribir de forma lineal. Escribo y luego lo monto o lo desmonto. El lenguaje del cine, sobre todo del cine que me gusta, es maravilloso porque cabe todo en él, el silencio, las palabras, la música, la imagen, y hasta un productor psicópata.
J.M. Hacía donde va esta novela puede ser sencillo decirlo- o no-según lo va descubriendo el lector pero... ¿De dónde viene?
F.G. Intentaré ser serio para responder esto. No sé de dónde viene. Veo las lucecitas de un avión en el cielo de la noche y me pregunto ¿de dónde vendrá? Masha Mendes es un personaje que encontré en el guión de un olvidado director alemán, Alexander Kluge. En ese guión Masha Mendes es una exploradora espacial. No utilicé nada de ese guión (la película no lo ha visto porque sólo sé de una película de Kluge estrenada en España). Me quedé con el carácter tan fuerte y decidido, al mismo tiempo que la fragilidad del personaje y pensé una historia nueva. Me gusta el cine de los años 60’ y 70’, esa narrativa arriesgada y supuestamente no comercial. Cine alemán, francés, Peter Handke, Godard, Wenders, Kaurismaki, Penn, Altman, Melville, Joseph Roth, Berger... Los personajes surgen de la nada y van hacia ninguna parte, en muchas ocasiones. La razón de lo que hacen está en sus propios movimientos, en sus gestos y palabras. Nada está masticado. No empiezan por el principio ni terminan en el final. Lo que Hollywood ha dejado de entender es que no hay finales felices o desgraciados. Sencillamente no hay finales, todo lo que merece la pena sucede antes y después del “the end”.
J.M. ¿Después de ser un cantante desnudo es fácil encontrar la voz de un narrador desnudo?
F.G. Me constipo demasiado a menudo y no gano para pañuelos. En realidad no gano, punto. A veces la voz se va por ahí, sale y no deja una nota, una maldita nota, sus señas nuevas. Es una puñetera la voz. Si te desnudas contando algo al menos puedes hacerlo donde da el sol en la casa y rascarte las pelotillas al mismo tiempo. Y ser mudo sin que nadie te oiga. Lo del cantante mudo viene de Buster Keaton, mi cantante favorito junto con Harpo Marx, y un poco de Chet Baker. También de una vez que una chica me cortó la garganta en plan hardcore pero eso es otra historia. La música es también fundamental cuando escribo. Hay referencias musicales en el libro como Jacques Brel o T. Rex o John Cale, pero está también la que escucho cuando escribo, igual sea Pau Riba que Kevin Ayers, igual sea Thelonious Monk que Satie. En cuanto a esa voz, yo diría que esa voz es una voz cabaretera, de music-hall, de policías y ladrones, de mujeres fatales y hombres amnésicos, de misiones absurdas en mundos lógicos. Es la manzana antes de que le presentaran a Guillermo Tell.
J.M. A la pobre Masha le cambias la nave espacial por una habitación de hospital ¿Es que te ponen enfermo las estrellas?
Todo lo que me pone enfermo me pone. Me encanta el cielo porque es la tierra con las estrellas mejor colocadas. Masha… Masha es una mujer fuerte, llena de arrojo, es capaz de manejar una nave, un circo, una compañía de teatro, una manada de elefantes, y escapar del gris como de la peste. Cuando habla, hablan los siglos pasados, habla el lado femenino de la realidad, y el absurdo. Cuando enferma y termina en un hospital, sigue hablando en su delirio. Habla y escucha a su compañero chiflado. Como diciendo, para estar locos vamos a ponernos un poquito de acuerdo. Es esa chica sin la que no podemos vivir, aunque nunca se dejará controlar. Tiene los pies en el cielo porque recuerda a los surrealistas y se olvida de los manipuladores. Decía Walter Benjamin que los surrealistas entendieron como nadie el mensaje marxista. O lo llevaron allí donde nadie lo había llevado. Destrucción o dislocación del mundo para poner las cosas fuera de sitio, y hacer que la imagen sea carne, cuerpo, mímica, delirio. Masha es un cielo, y sus pies también. Es la estrella misma.
J.M. Esta me interesa especialmente ¿Son todas las relaciones imposibles posibles?
F.G. Adoro esta pregunta. No me gustaría estropearla respondiendo con deliberación. En realidad las únicas relaciones interesantes son imposibles, es tan sexy que lo sean que aunque no tengan futuro están presentes en cada tetilla y cada bigotillo aventureros. Vamos, si quieres, nos partimos de risa y nos repartimos las legañas.
J.M. ¿Tus pies son más de tocar suelo o cielo? Esta pregunta ha ganado un premio de originalidad en un certamen de Valdelinares.
F.G. Premio merecido. Mis pies son de tocar cielo cuando hablo contigo o con Marion Cotillard. También son de tocar suelo cuando callo. Un callista, ¡por favor! Bueno... En todo caso soy de tocar. Esa señora que nos está mirando creo que también.
(Este segundo asalto que fue la entrevista del autor de El Vanguardista Alemán al autor de El Cantante Mudo, se fraguó en la susodicha horchatería durante un largo descanso de dos peñazos de entrevistas que nos hicieron las revistas Life y Rolling Stone.)
(c) Todos los derechos están izquierdos. All Rights are Left.
The Mutesinger logbook, reviews, literature and music, moments that pass and remain
domingo, 22 de febrero de 2015
CARA A CARA: FERNANDO GARCÍN y JORDI MARQUINA SE ENTREVISTAN (Asalto 1)
JORDI MARQUINA Y EL VANGUARDISTA ALEMÁN
He tenido la fortuna de asistir a la representación de la obra de Jordi Marquina, “El Manual del Perfecto Vanguardista”, ese “tour de force” del actor solo en el escenario durante una hora larga atrapándonos con su humor afilado, su irreverencia y sus dotes cómicas y dramáticas. Con el tiempo esta obra se está convirtiendo en un clásico de la escena de teatro itinerante en Valencia, por su ingenio, su interpretación y su capacidad de recreación. Así lo describe el propio autor: “¿Quién es el Vanguardista Alemán? Un enigma envuelto en un tutú. Un loco mesiánico con el proyecto claro de acercar la Vanguardia a las bodas, bautizos y comuniones. Un profesor magistral que nos demostrará que el futuro del Arte vuelve a estar, una vez más, en las manos de un idiota.” (Idea y dramaturgia: Jordi Marquina. Actor: Jordi Marquina. Dirección: Eva García.)
JORDI MARQUINA. ACTOR.
Se me ha ocurrido, después de hablar con el actor sobre su obra, el teatro, la vanguardia, mi último libro, sus proyectos artísticos, los poemas pomos y las puertas que se abren al revés, hacernos sendas entrevistas en un “cara a cara” particular. Esta primera entrega es mi pequeño cuestionario dirigido al Vanguardista Alemán:
J.M. Hola, soy Jordi, el Vanguardista Alemán ahora mismo no puede ponerse, por eso voy a contestar sus preguntas después de la señal. Biiiiiiiip.
F.G. ¿Por qué un Vanguardista alemán?
J.M. Pues imagino que porque es un arquetipo que suena extraño y reconocible al mismo tiempo, piensas en un Vanguardista alemán y ya te viene a la mente un señor raro que se toma a sí mismo muy en serio, y eso puede ser una buena base para la guasa. Como fue un personaje que se hizo con muchas casualidades y trocitos de otras cosas, te diré que al principio el Vanguardista Alemán podría haber sido un Concursante Japonés de programas tipo “Humor amarillo”.
F.G. ¿Eres consciente de que el público sólo se pone a la vanguardia cuando ofrecen bocadillos y bebida?
J.M. Y se pone a la retaguardia a la hora de pagar, pero si consigues una buena conexión con ellos, o una ametralladora cargada, al final acaban pagando muy contentos.
F.G. Parece que parte de la historia del siglo XX se está olvidando en un mundo de modas a seguir. ¿Cuáles son tus referentes nacionales e internacionales?
J.M. Esta pregunta me encanta y al mismo tiempo me da miedo, es como hacer el amor con alguien profundamente atractivo. Digo esto porque tengo muchas referencias e ídolos y un día puedo decir Andy Kaufman y Bill Hicks y al otro José Luis López Vázquez y Gracita Morales, y no mentir en ninguno de los dos casos. Voy a intentar decir varios sin ser muy injusto.
Peter Sellers y Walter Matthau son mis dos actores cómicos preferidos. Peter porque sus caracterizaciones son a la vez caricaturescas y profundamente humanas, te lo crees aunque esté haciendo un hindú de dibujos animados, y Walter, porque, simplemente, es como una máquina cómica perfecta, todo él es gracioso, la forma de hablar, de moverse, es divertidísima. Además, toma el riesgo de hacer personajes cómicos que, en principio, ni siquiera te deberían caer bien, y eso es genial. Si coges esas dos cosas, así son los personajes que me gusta hacer.
El humor de Miguel Mihura y de Jardiel también lo tengo muy presente. Las memorias de Mihura es uno de los libros más divertidos que he leído nunca. Ramón Gómez de la Serna inspira un poco el final del Vanguardista, aunque Ramón debería ser una influencia en la vida tanto como en la obra. Todos deberíamos ir vestidos de torero a leer cosas a un circo. Creo que es la manera más lógica de vivir. Groucho Marx fue mi HÉROE durante una etapa de mi vida, no sólo porque sea ingenioso (que lo es, claro) sino porque es gracioso hasta cuando escucha a los demás, con esos gestos pornográficos que hacía.
Como a los extraterrestres de la película “Stardust Memories”, también me gustan mucho las primeras películas de Woody Allen, era genial cuando mezclaba todo lo que le gustaba y hacía cosas personales muy divertidas.
También quiero mencionar a muchos de los actores del Saturday Night Live. Chris Farley y John Belushi eran maravillosos incluso cuando no se drogaban. De ese programa cada vez me gustan más las chicas, me fijo en ellas, había un cómico de los años 20 y 30, Charlie Chase, que decía que puedes copiar a quien quieras siempre que no se te parezca físicamente, para que no se note. No creo que nadie que me vea me confunda nunca con Gilda Radner o Kristen Wiig.
Y muchísimos más. La lista es casi infinita, de verdad.
F.G. El surrealismo está muy presente en tu obra. ¿Cuesta mucho llevar un tutú cuando manejas un yoyó?
J.M. Llevo ese tutú desde una obra que hice en el instituto que se llamaba “Habitación Ocupada”, me lo hizo mi madre, y me ha acompañado como un amigo fiel. Al principio de hacer el Vanguardista se me caía en escena en los momentos más inadecuados, y creaba muchos momentos mágicos.
Me gustaría que el yoyó se convirtiera en un “nosotros-nosotros”. Aunque eso cada vez me preocupa menos. El absurdo y el surrealismo es sólo una manera de ver las cosas, no sé si más honesta que otras, pero el humor lo lleva un poco implícito, creo.
F.G. El riesgo es uno de los ingredientes de tu actuación. ¿Lo perfecto es idiota?
J.M. No lo sé, pero un clown te dirá siempre que lo idiota es perfecto. En realidad, lo perfecto, de ser algo, es inhumano, y, por eso tiene muy poquita gracia.
Me gusta el riesgo en escena, de las equivocaciones y los errores salen las cosas más brillantes, siempre. Es una buena filosofía no sólo para el trabajo, ahora que me fijo, me la apunto, no sea que se me olvide.
F.G. Hacia el final de la obra hay un manifiesto magistral. ¿Qué papel higiénico usas para escribir algo tan genial?
J.M. Gracias por estas cosas tan bonitas que me dices. La verdad es que para mis espectáculos escribo muy poco, me hago esquemas, apuntes, o cosas así, abuso mucho de saber que tengo buena memoria, cierta capacidad de improvisación y una buenísima directora, Eva García, que me conoce y me entiende casi tanto como me conduce. De hecho, ya que estamos puestos a contar intimidades, las primeras veces que decía ese decálogo me quedaba en blanco y algunos de los puntos son creaciones de última hora en medio de la actuación. El papel higiénico que me gusta más es uno que trate a mi pompis como a un faraón egipcio.
F.G. Ahora dime lo que quieras.
J.M. Me ha gustado mucho el interrogatorio, aunque tus piernas tan perfectamente torneadas y ese vestido ajustado que llevabas rompía mi concentración a cada momento. Te daría un beso, pero, a lo mejor, ya tienes muchos.
(Esta entrevista, en su primer asalto, se fraguó en un encuentro entre el autor de El Cantante Mudo y el autor de El Vanguardista Alemán, en una horchatería, durante el descanso prolongado de dos peñazos de entrevistas que nos hicieron las revistas Rolling Stone y Life).
(c) Todos los derechos están izquierdos. All Righst are Left.
He tenido la fortuna de asistir a la representación de la obra de Jordi Marquina, “El Manual del Perfecto Vanguardista”, ese “tour de force” del actor solo en el escenario durante una hora larga atrapándonos con su humor afilado, su irreverencia y sus dotes cómicas y dramáticas. Con el tiempo esta obra se está convirtiendo en un clásico de la escena de teatro itinerante en Valencia, por su ingenio, su interpretación y su capacidad de recreación. Así lo describe el propio autor: “¿Quién es el Vanguardista Alemán? Un enigma envuelto en un tutú. Un loco mesiánico con el proyecto claro de acercar la Vanguardia a las bodas, bautizos y comuniones. Un profesor magistral que nos demostrará que el futuro del Arte vuelve a estar, una vez más, en las manos de un idiota.” (Idea y dramaturgia: Jordi Marquina. Actor: Jordi Marquina. Dirección: Eva García.)
JORDI MARQUINA. ACTOR.
Se me ha ocurrido, después de hablar con el actor sobre su obra, el teatro, la vanguardia, mi último libro, sus proyectos artísticos, los poemas pomos y las puertas que se abren al revés, hacernos sendas entrevistas en un “cara a cara” particular. Esta primera entrega es mi pequeño cuestionario dirigido al Vanguardista Alemán:
J.M. Hola, soy Jordi, el Vanguardista Alemán ahora mismo no puede ponerse, por eso voy a contestar sus preguntas después de la señal. Biiiiiiiip.
F.G. ¿Por qué un Vanguardista alemán?
J.M. Pues imagino que porque es un arquetipo que suena extraño y reconocible al mismo tiempo, piensas en un Vanguardista alemán y ya te viene a la mente un señor raro que se toma a sí mismo muy en serio, y eso puede ser una buena base para la guasa. Como fue un personaje que se hizo con muchas casualidades y trocitos de otras cosas, te diré que al principio el Vanguardista Alemán podría haber sido un Concursante Japonés de programas tipo “Humor amarillo”.
F.G. ¿Eres consciente de que el público sólo se pone a la vanguardia cuando ofrecen bocadillos y bebida?
J.M. Y se pone a la retaguardia a la hora de pagar, pero si consigues una buena conexión con ellos, o una ametralladora cargada, al final acaban pagando muy contentos.
F.G. Parece que parte de la historia del siglo XX se está olvidando en un mundo de modas a seguir. ¿Cuáles son tus referentes nacionales e internacionales?
J.M. Esta pregunta me encanta y al mismo tiempo me da miedo, es como hacer el amor con alguien profundamente atractivo. Digo esto porque tengo muchas referencias e ídolos y un día puedo decir Andy Kaufman y Bill Hicks y al otro José Luis López Vázquez y Gracita Morales, y no mentir en ninguno de los dos casos. Voy a intentar decir varios sin ser muy injusto.
Peter Sellers y Walter Matthau son mis dos actores cómicos preferidos. Peter porque sus caracterizaciones son a la vez caricaturescas y profundamente humanas, te lo crees aunque esté haciendo un hindú de dibujos animados, y Walter, porque, simplemente, es como una máquina cómica perfecta, todo él es gracioso, la forma de hablar, de moverse, es divertidísima. Además, toma el riesgo de hacer personajes cómicos que, en principio, ni siquiera te deberían caer bien, y eso es genial. Si coges esas dos cosas, así son los personajes que me gusta hacer.
El humor de Miguel Mihura y de Jardiel también lo tengo muy presente. Las memorias de Mihura es uno de los libros más divertidos que he leído nunca. Ramón Gómez de la Serna inspira un poco el final del Vanguardista, aunque Ramón debería ser una influencia en la vida tanto como en la obra. Todos deberíamos ir vestidos de torero a leer cosas a un circo. Creo que es la manera más lógica de vivir. Groucho Marx fue mi HÉROE durante una etapa de mi vida, no sólo porque sea ingenioso (que lo es, claro) sino porque es gracioso hasta cuando escucha a los demás, con esos gestos pornográficos que hacía.
Como a los extraterrestres de la película “Stardust Memories”, también me gustan mucho las primeras películas de Woody Allen, era genial cuando mezclaba todo lo que le gustaba y hacía cosas personales muy divertidas.
También quiero mencionar a muchos de los actores del Saturday Night Live. Chris Farley y John Belushi eran maravillosos incluso cuando no se drogaban. De ese programa cada vez me gustan más las chicas, me fijo en ellas, había un cómico de los años 20 y 30, Charlie Chase, que decía que puedes copiar a quien quieras siempre que no se te parezca físicamente, para que no se note. No creo que nadie que me vea me confunda nunca con Gilda Radner o Kristen Wiig.
Y muchísimos más. La lista es casi infinita, de verdad.
F.G. El surrealismo está muy presente en tu obra. ¿Cuesta mucho llevar un tutú cuando manejas un yoyó?
J.M. Llevo ese tutú desde una obra que hice en el instituto que se llamaba “Habitación Ocupada”, me lo hizo mi madre, y me ha acompañado como un amigo fiel. Al principio de hacer el Vanguardista se me caía en escena en los momentos más inadecuados, y creaba muchos momentos mágicos.
Me gustaría que el yoyó se convirtiera en un “nosotros-nosotros”. Aunque eso cada vez me preocupa menos. El absurdo y el surrealismo es sólo una manera de ver las cosas, no sé si más honesta que otras, pero el humor lo lleva un poco implícito, creo.
F.G. El riesgo es uno de los ingredientes de tu actuación. ¿Lo perfecto es idiota?
J.M. No lo sé, pero un clown te dirá siempre que lo idiota es perfecto. En realidad, lo perfecto, de ser algo, es inhumano, y, por eso tiene muy poquita gracia.
Me gusta el riesgo en escena, de las equivocaciones y los errores salen las cosas más brillantes, siempre. Es una buena filosofía no sólo para el trabajo, ahora que me fijo, me la apunto, no sea que se me olvide.
F.G. Hacia el final de la obra hay un manifiesto magistral. ¿Qué papel higiénico usas para escribir algo tan genial?
J.M. Gracias por estas cosas tan bonitas que me dices. La verdad es que para mis espectáculos escribo muy poco, me hago esquemas, apuntes, o cosas así, abuso mucho de saber que tengo buena memoria, cierta capacidad de improvisación y una buenísima directora, Eva García, que me conoce y me entiende casi tanto como me conduce. De hecho, ya que estamos puestos a contar intimidades, las primeras veces que decía ese decálogo me quedaba en blanco y algunos de los puntos son creaciones de última hora en medio de la actuación. El papel higiénico que me gusta más es uno que trate a mi pompis como a un faraón egipcio.
F.G. Ahora dime lo que quieras.
J.M. Me ha gustado mucho el interrogatorio, aunque tus piernas tan perfectamente torneadas y ese vestido ajustado que llevabas rompía mi concentración a cada momento. Te daría un beso, pero, a lo mejor, ya tienes muchos.
(Esta entrevista, en su primer asalto, se fraguó en un encuentro entre el autor de El Cantante Mudo y el autor de El Vanguardista Alemán, en una horchatería, durante el descanso prolongado de dos peñazos de entrevistas que nos hicieron las revistas Rolling Stone y Life).
(c) Todos los derechos están izquierdos. All Righst are Left.
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miércoles, 4 de febrero de 2015
JULIO BUSTAMANTE
Ha aparecido el último disco de Julio Bustamante, "En el Nombre del Gato", otro gran trabajo del maestro de la canción mediterránea autor de discos imprescindibles como "Cambrers", "Ciutat Magnètica", "Sinfonía de las Horas", "Entusiastas", "Lluvia Cascabel" entre otros.
EN EL NOMBRE DEL GATO. COMBOI RECORDS
Me congratulo del buen recibimiento por parte de los medios de sus trabajos, y especialmente, del reconocimiento por parte de músicos más jóvenes de su obra en los últimos tiempos. Colaboraciones, conciertos homenaje, recopilatorios, trabajos en video y documentales. La colaboración de Julio y todos esos músicos más jóvenes es un ejemplo a seguir.
No sé por qué demonios en este país somos tan reacios a cruzar la barrera de la edad y que los jóvenes se acerquen e interactúen con los mayores, y viceversa. No sucede apenas porque creo que en ocasiones el supuesto carácter abierto mediterráneo (o latino) es uno de tantos tópicos a cuestionar, y en ciudades como Valencia llevan a círculos cerrados y endogamias absurdas que parten en ocasiones de la ignorancia del pasado (y el presente) y de la tendencia pseudo-indie y pseudo-moderna a buscar la mascletá instantánea y la paella de un día antes que a arriesgar en lo desconocido. Constato por propia experiencia que esa interacción entre generaciones y estilos musicales sí que sucede en otros países, y percibo que últimamente también en gente muy joven nacida a partir de 1990.
He leido los comentarios y críticas sobre el último trabajo de Julio Bustamante, y siendo todas las reseñas de gran valor y muy apreciables, echo de menos -o de más- ese recurso al lamento porque no se conozca suficiente los logros de nuestros grandes artistas locales.
Por eso he escrito este "Corolario" en una red social a propósito de este su último disco y a ese lugar común:
Corolario: La Fortuna sí que sonríe a Julio Bustamante, pues él la maneja siempre con su talento. Otra cosa es la suerte que tenga su ciudad, su pais o su época de estar a la altura de su genio. La altura de Julio Bustamante reside en estar en su lugar incluso fuera de temporada. Sus canciones nacen de la piel más profunda, incluso en la era más superficial. Su momento es siempre. "No hay éxito como el fracaso, pero el fracaso tampoco es un éxito". Cuando le escuché cantar a palo seco "Supervivients" o "Pobles al Costat del Riu" como en su día "Canción de Amor" o "Canción del Aeropuerto" supe, no sabiéndolo, que el tiempo se detenía. Algo así sucedió en Deiá en los incomparables años 70' cuando allí confluyeron músicos de Soft Machine, Pink Floyd, y tantos otros, cuando la música hizo magia. Julio Bustamante viene de allí y sigue adelante. Esa es la auténtica suerte.
(c) Fernando Garcín
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