domingo, 22 de febrero de 2015

CARA A CARA: FERNANDO GARCÍN y JORDI MARQUINA SE ENTREVISTAN (Asalto 1)

JORDI MARQUINA Y EL VANGUARDISTA ALEMÁN

He tenido la fortuna de asistir a la representación de la obra de Jordi Marquina, “El Manual del Perfecto Vanguardista”, ese “tour de force” del actor solo en el escenario durante una hora larga atrapándonos con su humor afilado, su irreverencia y sus dotes cómicas y dramáticas. Con el tiempo esta obra se está convirtiendo en un clásico de la escena de teatro itinerante en Valencia, por su ingenio, su interpretación y su capacidad de recreación. Así lo describe el propio autor: “¿Quién es el Vanguardista Alemán? Un enigma envuelto en un tutú. Un loco mesiánico con el proyecto claro de acercar la Vanguardia a las bodas, bautizos y comuniones. Un profesor magistral que nos demostrará que el futuro del Arte vuelve a estar, una vez más, en las manos de un idiota.” (Idea y dramaturgia: Jordi Marquina. Actor: Jordi Marquina. Dirección: Eva García.)

JORDI MARQUINA. ACTOR.

Se me ha ocurrido, después de hablar con el actor sobre su obra, el teatro, la vanguardia, mi último libro, sus proyectos artísticos, los poemas pomos y las puertas que se abren al revés, hacernos sendas entrevistas en un “cara a cara” particular. Esta primera entrega es mi pequeño cuestionario dirigido al Vanguardista Alemán:



J.M. Hola, soy Jordi, el Vanguardista Alemán ahora mismo no puede ponerse, por eso voy a contestar sus preguntas después de la señal. Biiiiiiiip.

F.G. ¿Por qué un Vanguardista alemán?

J.M. Pues imagino que porque es un arquetipo que suena extraño y reconocible al mismo tiempo, piensas en un Vanguardista alemán y ya te viene a la mente un señor raro que se toma a sí mismo muy en serio, y eso puede ser una buena base para la guasa. Como fue un personaje que se hizo con muchas casualidades y trocitos de otras cosas, te diré que al principio el Vanguardista Alemán podría haber sido un Concursante Japonés de programas tipo “Humor amarillo”.

F.G. ¿Eres consciente de que el público sólo se pone a la vanguardia cuando ofrecen bocadillos y bebida?

J.M. Y se pone a la retaguardia a la hora de pagar, pero si consigues una buena conexión con ellos, o una ametralladora cargada, al final acaban pagando muy contentos.

F.G. Parece que parte de la historia del siglo XX se está olvidando en un mundo de modas a seguir. ¿Cuáles son tus referentes nacionales e internacionales?

J.M. Esta pregunta me encanta y al mismo tiempo me da miedo, es como hacer el amor con alguien profundamente atractivo. Digo esto porque tengo muchas referencias e ídolos y un día puedo decir Andy Kaufman y Bill Hicks y al otro José Luis López Vázquez y Gracita Morales, y no mentir en ninguno de los dos casos. Voy a intentar decir varios sin ser muy injusto.

Peter Sellers y Walter Matthau son mis dos actores cómicos preferidos. Peter porque sus caracterizaciones son a la vez caricaturescas y profundamente humanas, te lo crees aunque esté haciendo un hindú de dibujos animados, y Walter, porque, simplemente, es como una máquina cómica perfecta, todo él es gracioso, la forma de hablar, de moverse, es divertidísima. Además, toma el riesgo de hacer personajes cómicos que, en principio, ni siquiera te deberían caer bien, y eso es genial. Si coges esas dos cosas, así son los personajes que me gusta hacer.

El humor de Miguel Mihura y de Jardiel también lo tengo muy presente. Las memorias de Mihura es uno de los libros más divertidos que he leído nunca. Ramón Gómez de la Serna inspira un poco el final del Vanguardista, aunque Ramón debería ser una influencia en la vida tanto como en la obra. Todos deberíamos ir vestidos de torero a leer cosas a un circo. Creo que es la manera más lógica de vivir. Groucho Marx fue mi HÉROE durante una etapa de mi vida, no sólo porque sea ingenioso (que lo es, claro) sino porque es gracioso hasta cuando escucha a los demás, con esos gestos pornográficos que hacía.

Como a los extraterrestres de la película “Stardust Memories”, también me gustan mucho las primeras películas de Woody Allen, era genial cuando mezclaba todo lo que le gustaba y hacía cosas personales muy divertidas.

También quiero mencionar a muchos de los actores del Saturday Night Live. Chris Farley y John Belushi eran maravillosos incluso cuando no se drogaban. De ese programa cada vez me gustan más las chicas, me fijo en ellas, había un cómico de los años 20 y 30, Charlie Chase, que decía que puedes copiar a quien quieras siempre que no se te parezca físicamente, para que no se note. No creo que nadie que me vea me confunda nunca con Gilda Radner o Kristen Wiig.

Y muchísimos más. La lista es casi infinita, de verdad.

F.G. El surrealismo está muy presente en tu obra. ¿Cuesta mucho llevar un tutú cuando manejas un yoyó?

J.M. Llevo ese tutú desde una obra que hice en el instituto que se llamaba “Habitación Ocupada”, me lo hizo mi madre, y me ha acompañado como un amigo fiel. Al principio de hacer el Vanguardista se me caía en escena en los momentos más inadecuados, y creaba muchos momentos mágicos.

Me gustaría que el yoyó se convirtiera en un “nosotros-nosotros”. Aunque eso cada vez me preocupa menos. El absurdo y el surrealismo es sólo una manera de ver las cosas, no sé si más honesta que otras, pero el humor lo lleva un poco implícito, creo.

F.G. El riesgo es uno de los ingredientes de tu actuación. ¿Lo perfecto es idiota?

J.M. No lo sé, pero un clown te dirá siempre que lo idiota es perfecto. En realidad, lo perfecto, de ser algo, es inhumano, y, por eso tiene muy poquita gracia.

Me gusta el riesgo en escena, de las equivocaciones y los errores salen las cosas más brillantes, siempre. Es una buena filosofía no sólo para el trabajo, ahora que me fijo, me la apunto, no sea que se me olvide.

F.G. Hacia el final de la obra hay un manifiesto magistral. ¿Qué papel higiénico usas para escribir algo tan genial?

J.M. Gracias por estas cosas tan bonitas que me dices. La verdad es que para mis espectáculos escribo muy poco, me hago esquemas, apuntes, o cosas así, abuso mucho de saber que tengo buena memoria, cierta capacidad de improvisación y una buenísima directora, Eva García, que me conoce y me entiende casi tanto como me conduce. De hecho, ya que estamos puestos a contar intimidades, las primeras veces que decía ese decálogo me quedaba en blanco y algunos de los puntos son creaciones de última hora en medio de la actuación. El papel higiénico que me gusta más es uno que trate a mi pompis como a un faraón egipcio.

F.G. Ahora dime lo que quieras.

J.M. Me ha gustado mucho el interrogatorio, aunque tus piernas tan perfectamente torneadas y ese vestido ajustado que llevabas rompía mi concentración a cada momento. Te daría un beso, pero, a lo mejor, ya tienes muchos.

(Esta entrevista, en su primer asalto, se fraguó en un encuentro entre el autor de El Cantante Mudo y el autor de El Vanguardista Alemán, en una horchatería, durante el descanso prolongado de dos peñazos de entrevistas que nos hicieron las revistas Rolling Stone y Life).

(c) Todos los derechos están izquierdos. All Righst are Left.

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